Revertir 60 años de pobreza y desigualdad: La encrucijada de la ANR. Por Verónica Serafini Geoghegan

10.05.2013 09:55

 

La Asociación Nacional Republicana (ANR) retornó al Poder Ejecutivo luego de una alternancia motivada por el cansancio ciudadano a 60 años de precariedad laboral, desprotección y vulnerabilidad social, bajos niveles de salud y educación, déficit habitacional, lo que finalmente le llevó al Paraguay a estar entre los países de mayor pobreza y desigualdad en América Latina.
 
Hoy cuenta de nuevo con el poder de implementar políticas que reviertan esta histórica y persistente situación social, para lo cual presentó su programa de gobierno Ñande Paraguay donde establece los principales lineamientos de su política social. Este programa se suma a los de los otros partidos, lo cual constituye un avance importante del proceso electoral que acaba de concluir, teniendo en cuenta que en los anteriores las propuestas eran casi inexistentes.
 
Si bien la presencia de programas ha sido un avance, la discusión y el debate ciudadano ha sido débil porque los programas fueron presentados en el último mes de campaña y los escasos y sesgados espacios de debate no permitieron dar fuerza a los aspectos programáticos en la campaña electoral.
 
El programa Ñande Paraguay presenta los principales lineamientos de políticas del coloradismo, con sustento en un previo diagnóstico de los problemas de mayor relevancia que afectan a la economía y sociedad paraguayas. En materia social, cabe señalar el reconocimiento explícito de la desigualdad como determinante de la situación de pobreza y exclusión.
 
Para enfrentar estos problemas plantea una combinación de medidas económicas y sociales. Entre las primeras propone el impulso a la agricultura familiar -aspecto central de la economía paraguaya teniendo en cuenta la importante proporción de la población económicamente activa ubicada allí-, la necesidad de contar con alimentos en volumen y calidad suficientes para garantizar una adecuada nutrición de la población, la demanda de las cadenas productivas, la potencialidad de los mercados externos y el valor agregado que se genera allí.
 
Menos relevancia le otorga a la necesidad de crear puestos de trabajo y mejorar la calidad de los existentes en las áreas urbanas donde cada vez hay mayor oferta laboral, especialmente femenina y juvenil. En este ámbito adquieren relevancia las micro, pequeñas y medianas empresas, hoy sin políticas específicas.
 
El principal desafío para lograr que el empleo constituya una bisagra entre la política social y la política económica, tal como implícitamente lo plantea este programa de gobierno, para la lucha contra la pobreza es la institucionalidad pública. Si bien existen instituciones -MAG, INDERT, CAH, Viceministerio del Trabajo, SNPP, SINAFOCAL- con programas y recursos importantes, su incapacidad para trabajar con poblaciones en situación de pobreza y vulnerabilidad, para incorporar las inno-
vaciones que exige el mercado y para coordinar acciones entre ellas de manera oportuna les ha restado impacto en el mejoramiento de las capacidades y oportunidades de sus beneficiarios, clientes o usuarios.
 
La familia como institución receptora de las políticas públicas se manifiesta con claridad a lo largo del documento pero quedan dudas sobre qué se entiende por familia.
 
En los discursos políticos, no solamente del Partido Colorado, se transmite un imaginario de familia nuclear integrada por el padre como jefe de hogar, la madre, los hijos; sin embargo este tipo de familia no es la mayoritaria en el país. Existen otras formas de familias consolidadas desde décadas atrás como las encabezadas por mujeres y otras en firme irrupción como las conformadas por jóvenes que se han independizado de sus familias e instalado en las ciudades en busca de mayores oportunidades. La multiplicidad de estructuras familiares genera desafíos que la política pública no puede dejar de enfrentar, bajo el riesgo de no tener impacto y de, además, crear efectos no deseados.
 
Aquí es donde aparece la necesidad de incorporar los ejes transversales de género y juventud que el documento Ñande Paraguay cita pero no aborda seriamente. La
invisibilidad de la temática de género y de los roles que tienen las mujeres de proveedoras y cuidadoras lleva a percepciones erróneas que hoy existen en las políticas
públicas, como asumir que ellas solo producen alimentos para el hogar. Por lo tanto, las políticas agropecuarias y crediticias no se dirigen a ellas. El excesivo peso que tienen las mujeres en las políticas como cuidadoras, hace que sobre ellas se recarguen las obligaciones de cumplir las condicionalidades de las transferencias monetarias, las reuniones escolares, de ser las responsables de la salud infantil, de gestionar agua potable, de asistir a actividades comunitarias, entre otras, restándole tiempo y oportunidades para el trabajo remunerado, fundamental para el bienestar de ella y su familia. El programa hace referencia a la necesidad de fomentar la paternidad responsable. Ello no debería significar solo el reconocimiento de sus hijos y el mantenimiento económico, sino también la corresponsabilidad en las demás funciones al interior de la familia. Ello se logra con políticas de cuidado, hoy ausentes en el Paraguay.
 
No abordar explícitamente el contexto demográfico y la problemática juvenil hará que persista la invisibilidad de la juventud en las políticas públicas, con las graves consecuencias hoy presentes: jóvenes educados pero sin oportunidades laborales, jóvenes con trabajos precarios que abandonaron los estudios, otros que ni estudian ni trabajan, embarazos tempranos, violencia juvenil, barrios y comunidades sin espacios de socialización, recreación y participación
social. Los proyectos de vida truncados en el presente son el pilar de la transmisión intergeneracional de la pobreza y de la ausencia de movilidad social.
 
El rol del Estado es clave en este camino. El programa de la ANR lo deja en claro cuando señala como meta un Estado “fuerte y eficiente”, que el Paraguay transite
los senderos de la prosperidad y que el crecimiento se transforme en desarrollo para cada uno de los ciudadanos de nuestro país. Pero un Estado de estas características requiere un sector público autónomo de las fuerzas y poderes que hoy influyen a favor de sus intereses particulares, muy por encima del bien común y
con un servicio civil profesionalizado, con remuneraciones e incentivos acordes con la productividad y los resultados. Será interesante ver de qué manera logra este objetivo con una larga historia de prebendarismo y clientelismo.
 
Como paso siguiente, el nuevo gobierno debe profundizar este programa, proveyendo a la ciudadanía, además de los lineamientos generales contenidos en Ñande Pa-
raguay, una propuesta de trabajo para el quinquenio en la que exponga cuáles serán los planes, programas y estrategias que implementará para cumplir los objetivos, así como metas claras y mecanismos de rendición de cuentas del cumplimiento de las mismas.
 
Las grandes ausencias del programa constituyen el centro de la conflictividad social, económica y política en el Paraguay: la distribución de la tierra y la presión y estructura tributaria. Cabe preguntar, entonces, cómo reducirá la desigualdad sin afectar la tenencia de la tierra, una de las más desiguales del mundo, y sin modificar una inequitativa estructura tributaria donde los pobres pagan más impuestos con respecto a sus ingresos que los ricos. Además de cómo financiará la consecución de los objetivos propuestos en Ñande Paraguay, lo que requiere un aumento sustancial de los recursos públicos, si tenemos en cuenta el gasto promedio de los países latinoamericanos conocidos por su alta eficiencia y eficacia.
 
El esfuerzo que deberá hacer la ANR desde el nuevo gobierno será titánico para desintegrar el monstruo que ella misma construyó a lo largo de sus continuados 60 años de gobierno. Esperemos que la lección aprendida por la derrota en 2008 se traduzca en una verdadera motivación para el cumplimiento de las promesas expuestas en el programa Ñande Paraguay.
 
Fuente: CADEP