Abril, cada día menos borroso por Alfredo Boccia

10.02.2013 10:49

 

 

 

 
De acuerdo a las 1577 personas que respondieron la pregunta que Decidamos planteó a los integrantes de su Red Ciudadana, cuatro de cada cinco electores votará en abril por alguno de los candidatos en pugna. Solo el 10% de los consultados afirma que no votará en las próximas elecciones. Tratándose de un universo constituido por ciudadanos y ciudadanas probablemente más interesados en las cuestiones sociales y políticas que el electorado promedio nacional, es natural predecir que el nivel de ausentismo será mayor. En las elecciones de 2008 hubo una participación  del 65% de los inscriptos. No hay motivos aparentes para esperar una cifra demasiado diferente a esa en los futuros comicios. Sobre todo, a partir de la constatación de que ningún partido político haya renunciado a participar de ellos, aún cuando hay sectores que expresan dudas sobre la imparcialidad del  Tribunal Superior de Justicia Electoral.
 
Es interesante destacar que uno de cada cinco personas tiene pensado votar en blanco o nulo. Este voto protesta debe ser analizado con atención por las particulares circunstancias que presenta la coyuntura actual. Las dos candidaturas con mayores chances electorales pertenecen a los dos partidos tradicionales que en el juicio político de junio del 2012 dieron sus votos parlamentarios para la destitución de Fernando Lugo. Esta decisión, que produjo una profunda división en la sociedad paraguaya, generó disconformidad, incluso al interior de estas nucleaciones. Eso se tradujo en cifras inusualmente altas de votos blancos y nulos en sus respectivas elecciones internas. 
 
En el PLRA unos 420.000 electores marcaron la boleta de candidatos para la presidencia de la República. De esta cifra total de votantes, más de 61.000 votaron en blanco o anularon su boletín, lo que representa casi el 15%. En la elección para la presidencia del Directorio del PLRA el número de votos en blanco y nulos fue aún superior. Para este cargo sufragaron unos 415.000 liberales, y los votos blancos o nulos llegaron a cerca de 80.000, lo que representa casi el 20%  Estas cifras inéditas han causado estupor y preocupación en la dirigencia liberal. 
 
En las internas de la ANR también hubo un número de votos anulados o en blanco superior a lo habitual, aunque las cifras no llegaron al nivel del PLRA. Un total de 833.422 colorados depositaron su voto El número total de habilitados a votar era de 1.989.416, lo que arroja un índice de participación del 45% Se computaron 30.773 votos en blanco (3.69%) y 16.282 votos nulos (1.95%).
 
Es poco probable que este grado inusual de votos que reflejan disconformidad o protesta contra la oferta electoral se repita en abril. En primer lugar, no hay ninguna organización política o social que esté haciendo campaña por la anulación del sufragio o el voto en blanco. Aunque lo hubiera, resulta muy dificil direccionar el voto en ese sentido. Al respecto, la única iniciativa que se recuerda es la de la elección para elegir vicepresidente de la República en el año 2000 en la que se enfrentaron Julio César Franco y Félix Argaña. En la ocasión, el número de votos blancos/nulos fue irrelevante. 
 
En segundo lugar, en unas elecciones generales lo que está en juego y el espectro de opciones son muy distintos a los de unas internas. Entre otras cosas, el elector disconforme podrá votar por candidaturas que representan a las izquierdas. Nunca mejor empleado el plural, pues dicho sector ideológico dividirá sus votos en tres opciones. De todo lo señalado puede concluirse que en las próximas elecciones el número de votos blancos/nulos podrá ser superior al del 2008 pero no en cifras significativamente relevantes.
 
Los votos serán capturados mayoritariamente por los aparatos partidarios. A esta altura, puede hablarse de la ausencia de grandes alianzas, entendiendo por tales aquellas que incluyan el creciente sector ciudadano/progresista/izquierdista o a la tercera fuerza de las últimas elecciones el partido Unace. No cabe duda que la disputa se dará entre el candidato colorado, Horacio Cartes y el liberal, Efraín Alegre. La ausencia de una segunda vuelta electoral, permite asegurar que uno  de ellos será el próximo presidente de la República, aunque probablemente con un porcentaje de votos inferior al 40% 
Con un sistema presidencialista, pero acotado por el notable peso otorgado por la Constitución de 1992 al Parlamento, el próximo mandatario dependerá del respaldo de su bancada y de eventuales alianzas para poder gobernar y mantenerse en el poder. 
 
La inesperada muerte del general Lino Oviedo deja abierta la posibilidad que muchos votos del Unace migren hacia otros partidos. La dependencia partidaria del excluyente hiperliderazgo del ex militar hace pensar que eso será inexorable en el futuro mediato y que el mayor beneficiario de los mismos sea la ANR, el partido originario de casi todos los afiliados del Unace. Sin embargo, es poco probable que, a tan pocas semanas de las elecciones, este efecto influya en los resultados de abril. Distinto sería el caso, si el PLRA lograra atar una alianza partidaria con dicho partido. Para ello, le faltarán dos cosas: tiempo y un interlocutor válido y respetado en el Unace.
 
El dramático final de Oviedo parece no afectar demasiado el tablero electoral, más allá de la eventualidad de que su partido pudiera dejar de ser la tercera fuerza electoral.
 
Así las cosas, estas elecciones serán un clásico enfrentamiento del bipartidismo paraguayo. Ambos partidos llegan unidos. Uno de los dos contendores solo suele perder cuando se enfrenta a una alianza amplia y exitosa, como la que lo venció hace cinco años. Es probable que el otro, el aliado que se sumó a la aventura del pasado junio, sienta en abril una sensación de otoñal soledad.
 
Foto: Archivo DECIDAMOS