¿Voto cruzado o “de punta a punta”? por Marcello Lachi

28.03.2013 04:53

 

Al acercarse la fecha para las elecciones generales (21 de abril de 2013) empieza también a crecer el debate sobre si resulta más justificado el voto “cruzado”, es decir, el voto diferenciado para Presidente y cargos parlamentarios (y en el interior del país también para Gobernador y Junta departamental), o el voto llamado “de punta a punta”, es decir, el voto unificado al mismo partido para todos los cargos en juego (nacionales y departamentales). El debate no falta de tener un cierto interés y ambas posiciones tienen su razón de ser.
 
Quienes sostienen la importancia del voto “cruzado” son aquello que consideran que el elector debe evaluar candidatura por candidatura, sin limitarse al voto por un específico partido. Según esta visión el elector debería verificar tanto la calidad personal como los contenidos de las propuestas de cada candidato por cada cargo en juego, eligiendo finalmente solamente aquellos con los cuales se encuentra mayormente de acuerdo, más allá a que pertenezcan a diferentes partidos y movimientos, hasta en puja entre ellos.
 
Por otra parte, quien sostiene el valor del voto “de punta a punta” lo justifica con la necesidad de dar al Presidente de la República, el cargo principal del país, las “armas” políticas necesarias para llevar adelante su programa; algo difícil de concretar sin tener un apoyo importante en el Parlamento, y también el sostén de Gobernadores con mayorías en sus Juntas Departamentales. En este sentido juega un rol justificativo importante el ejemplo del anterior Gobierno del Presidente Fernando Lugo que justamente por la falta de apoyo parlamentario, y de las autoridades locales, tuvo una extrema dificultad a llevar adelante sus proyectos para el país, hasta ser finalmente destituido por los parlamentarios en gran medida debido a las pocas bancas que respondían directamente a su política en este órgano institucional.
 
Ahora, es seguramente verdad que el voto “cruzado” es índice de crecimiento de cultura política en el elector, en cuanto, significa que el mismo no va a votar esencialmente por un color o una sigla, sino que ha cumplido un esfuerzo de evaluación para identificar aquellos candidatos en los diferentes cargos en juego que mejor que otros pueden llevar adelante políticas que el mismo elector considere favorable para el país.
 
Pero también esto no significa que un elector que elige votar “de punta a punta” no haya cumplido también este esfuerzo, pero finalmente haya preferido votar el mismo partido para todos los cargos en pugna en cuanto cree en el proyecto político que ese partido expresa, y cree también que diversificando su voto entre diferentes grupos político s, este proyecto que aprecia podría tener mucha más dificultad a concretarse en el tiempo.
 
Otro tema que tenemos que subrayar es que desde hace varias elecciones hay grupos políticos minoritarios que sostienen el voto “cruzado” porque aunque no tengan posibilidad de lograr un cargo ejecutivo unipersonal (Presidente, Gobernador, Intendente) consideran importante democratizar al máximo las instituciones plurinominales (parlamento, junta municipal y junta departamental) haciendo que en estas entren el mayor número posible de grupos políticos, algo que se puede conseguir justamente solo con el voto “cruzado”.
 
Pero por otro lado, los grupos políticos más grandes, tanto tradicionales como más modernos, señalan a su vez que más allá de la ampliación de la representación en los organismos colegiados , fortalece su representatividad y por ende la democracia, a caba por debilitar la gobernabilidad, en cuanto impide a las autoridades ejecutivas (Presidente, Gobernador, Intendente) de tener mayorías estables, que les permitan desarrollar aquellos programas de gobiernos que los electores querían se implementaran cuando los votaron.
 
Así que resulta bastante difícil para un analista político establecer qui én tiene razón y quién está equivocado sobre este tema, porque ambas posiciones tiene n sus elementos a favor y en contra que no pueden ser desechados tan sencillamente. Debido a eso nos parece entonces más útil ocuparnos de esta cuestión tan candente desde otras perspectiva s, es decir, verificando c ómo el electorado paraguayo hasta ahora ha respondido a estas solicitaciones hacia el voto “cruzado” y el voto “de punta a punta”, más allá de lo que son los pedidos y las esperanzas de los partidos políticos viejos y nuevos; y así extrapolar c ómo posiblemente podrá comportarse el próximo 21 abril.
 
En efecto los pocos datos que vamos a presentar en este breve escrito creemos que sean suficientemente claros para demostrarnos que por lo menos durante la primera década del siglo XXI el electorado paraguayo tuvo una posición bastante neta y precisa con respecto a si es más oportuno el voto “cruzado” o el voto “de punta a punta”.
 
Los datos que presentamos a continuación han sido elaborados comparando los votos emitidos para Presidente con aquellos emitidos para senadores de cada partido y coalición (cuando hubo) de las elecciones generales de 2003 y 2008, y los votos emitidos para Intendente con aquello emitidos para concejales de cada partido y coalición (cuando hubo) de las elecciones municipales de 2010; verificando en este último caso c ómo se comportó el electorado también en tres municipios relevantes es decir: Asunción, San Lorenzo y Ciudad del Este.
 
Claramente para identificar el voto “cruzado” del voto “de punta a punta” se ha calculado la diferencia de votos de cada lista para senadores (para el 2003 y 2008) y para concejales (para el 2010) con sus respectivas candidaturas para Presidente e Intendentes; y aunque nos damos cuenta que es un cálculo bastante simplificado creemos que los resultados arrojados sean suficientemente indicativos para señalarnos fehacientemente cuál es el comportamiento del electorado paraguayo.
 
Pasando entonces a enumerar los datos que pudimos verificar, en primer lugar tenemos que señalar cómo en las elecciones generales del 2003, sobre un total de 1.546.192 votos, solamente 159.894 electores, es decir el 10,3% de los votantes, cambiaron sus votos desde la candidatura presidencial hacia las listas para senadores, fundamentalmente electores de Nicanor Duarte Frutos y Pedro Fadul que dirigieron sus votos hacia el PPS, el PEN y el PRF.
 
En cuanto a las elecciones generales de 2008 los datos nos señalan una situación bastante similar: de los 1.874.127 votantes, solamente 197.662, es decir el 10,6%, cruzó su voto, pasando de haber votado para los presidenciables Lugo, Oviedo y Ovelar a dirigir sus votos para senadores hacia la lista de Patria Querida y otras listas menores.
 
Finalmente, en las elecciones municipales de 2010, frente a un total de 1.725.973 electores, fueron 225.737, es decir el 13,1%, los que votaron cruzado, pasando del voto a los intendentables colorados, liberales y de Patria Querida, hacia concejales de Unace, Frente Guazú y otros grupos de izquierda.
 
Siempre con referencia a las elecciones municipales, también pudimos constatar que en Asunción el voto cruzado representó el 8,5% del total de los votos emitidos, en San Lorenzo representó el 14,0% del total de los votos emitidos y finalmente en Ciudad del Este representó el 24,3% del total de los votos emitidos.
 
Como señalábamos poco más arriba los datos son incontrovertibles: el elector paraguayo no parece estar muy interesado a cruzar su voto y prefiere expresarlo “de punta a punta”, es decir votando siempre el mismo partido en todas las papeletas que se les proporciona en el día de las elecciones.
 
Es verdad que un ligero incremento se tuvo en el 2010, que podría ser indicador de una nueva tendencia hacia el voto cruzado, pero se trata de diferencias mínimas que en los casos más vistos, como el de Ciudad del Este, no llega a interesar más que a un cuarto del electorado, una cantidad de todos modos bastante minoritaria.
 
Así que, más allá del desarrollo del debate en curso, el elector paraguayo ya dio hace tiempo su responso, y el voto “de punta a punta” resulta ser el preferido con creces. Situación esta que además no puede ser despachada sosteniendo sencillamente que eso se da por la predominancia del voto clientelar o “por color” en el país, dado que son justamente los partidos más tradicional es y prebendarios, el colorado y el liberal, los que más registran cruzamientos por parte de sus electores, los cuales después haber votado presidenciables e intendentes de su partido tienden a votar senadores y concejales de otros partidos.
 
A este punto entonces lo que queda para preguntarse es si esa tendencia que se mantuvo constante en la última década se presentará ulteriormente en las elecciones generales del 21 de abril o si debido a los últimos acontecimientos políticos algo podría cambiar.
 
Es verdad que el gobierno de Fernando Lugo ha dado inicio a un nuevo proceso político en el país, y su caída supuso también un quiebre institucional que tuvo sin duda alguna consecuencias importantes en los comportamientos del electorado nacional. También las encuestas que se están sucediéndose en los últimos meses, aparte de dar resultado s para la carrera presidencial bastante contrastantes entre sí, han mostrado una tendencia generalizada a cruzar los votos entre los candidatos a presidentes y los candidatos al senado, de una forma mucho más acentuada de la que pudimos ver en los resultados que presentamos más arriba. Hasta la encuesta realizada por Decidamos a 3.000 ciudadanos de todo el país a través de su Red Ciudadana por la Democracia y los Derechos Humanos ha arrojado un resultado en la misma línea, con un 60% de los encuestados que se declaran dispuestos a cruzar su voto entre candidato a Presidente y candidatos a senadores.
 
¿Tenemos entonces que esperarnos un cambio importante de actitud en el electorado para la próxima justa electoral? Personalmente no estoy tan convencido.
 
Por cuanto la cultura y los comportamientos político-electorales en Paraguay están constantemente mutando y seguramente el golpe parlamentario del 22 de junio pasado ha dado una aceleración a este proceso, Paraguay ha demostrado en varias ocasiones ser un país bastante conservador en las actitudes, en donde los procesos políticos se modifican muy lentamente.
 
Además , en las encuestas el elector paraguayo tiende a veces a responder no con la verdad sino de la manera que considera tenga la mayor aceptación social, y no hay duda que actualmente el voto cruzado tiene más estimadores en los medios de comunicación del voto “de punta a punta”.
 
Pero al momento de la verdad, en el secreto del cuarto oscuro, lo que son las costumbres y las actitudes del elector paraguayo consideramos acabarán para empujarlo nuevamente hacia el voto “de punta a punta” y, debido a eso el voto “cruzado” difícilmente podrá superar el 15-17% del total de los votos emitidos.
 
Más allá de eso, no hay duda alguna que este tema continuar á quedándose en primera plana en el debate político nacional hasta el día de las elecciones, y el 21 abril además de los resultados que cada candidato y cada partido conseguirán de las urnas, muchos ojos, los nuestros incluidos, se fijarán en verificar si los movimientos de los votos entre presidenciables y congresistas no estén señalando el inicio de una nueva era electoral en el país donde el voto “cruzado” se imponga como nuevo protagonista en la vida política nacional; o viceversa si una vez más el voto “de punta a punta” mantendrá su liderazgo entre los electores paraguayos dejando sin oportunidad reales al voto “cruzado”. Una duda que el 22 de abril próximo tendrá seguramente su respuesta definitiva..